jueves, 2 de noviembre de 2017

Adaptar el ejercicio al deportista... y no al revés

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Ya nadie duda de las ventajas que tiene el ejercicio para la salud. De hecho, en casi todas las encuestas, sondeos e investigaciones al respecto, los usuarios identifican la práctica deportiva como uno de los pilares fundamentales para cuidarse más y mejor.

Asimismo, cada vez más médicos recetan a sus pacientes algo de actividad física para reducir riesgos y prevenir enfermedades cardiovasculares, respiratorias, metabólicas, óseas, articulares… e incluso para mejorar factores relacionados con la salud mental, tales como la depresión, la ansiedad o el estrés. En iQtra somos unos convencidos del valor preventivo y terapéutico del ejercicio para cuidar la salud general y el sistema locomotor en particular.

No obstante, los profesionales relacionados con el ejercicio físico, desde médicos a fisioterapeutas, pasando por entrenadores y monitores deportivos, vemos como los buenos propósitos de muchos usuarios se ven frustrados  por un motivo fundamental: la falta de adaptación del ejercicio que se hace al tipo de deportista que uno es o, más concretamente, al estado de forma que uno tiene.

A la hora de escoger una actividad deportiva es importante decantarnos por algo que nos guste y nos divierta, pero siempre teniendo en cuenta si vamos a poder practicarlo sin correr riesgos y si vamos a tener una progresión y una satisfacción.

Si no hacemos esta reflexión previa y escogemos una actividad para la que no estamos preparados, corremos el riesgo de lesionarnos bien por accidentes (choques o encontronazos con otros deportistas, caídas por falta de coordinación, malos movimientos…) o por sobrecargas (tendinitis, dolores…).
Asimismo, y esto es bastante más grave, asumir retos deportivos para los que no estamos físicamente preparados puede acarrear problemas cardiovasculares severos e incluso muerte súbita. Por desgracia, en muchas carreras y pruebas populares son relativamente frecuentes episodios de este tipo.

Para adaptar el ejercicio físico al tipo de deportista que tenemos delante, es fundamental hacer un reconocimiento médico que conste de una amplia historia clínica en la que se registren los antecedentes familiares y personales de enfermedades o trastornos generales de salud. También ha de figurar cualquier medicación que tome el usuario, ya que algunos pueden influir en el rendimiento. 

Lo mismo ocurre con otros hábitos de vida, como el tabaquismo o el consumo de alcohol.
Asimismo, tendremos que saber qué patrones de sueño tiene el paciente y cómo es su alimentación para, en caso necesario, introducir las modificaciones oportunas. Un descanso insuficiente o de mala calidad y una dieta desequilibrada, pobre o carente de ciertos elementos indispensables perjudica la capacidad deportiva considerablemente.

Por otro lado, haremos un reconocimiento médico exhaustivo en el que auscultaremos al paciente, le tomaremos la tensión arterial, veremos su frecuencia cardiaca, su respiración mediante una espirometría… A esto añadiremos un electrocardiograma en reposo, una prueba de esfuerzo y un ecocardiograma (este último no siempre es imprescindible).

También es necesaria una revisión del sistema locomotor para descartar posibles problemas estructurales; tales como laxitud articular no patológica, en cuyo caso las articulaciones tienen más movilidad de la habitual; están como más sueltas o alteraciones de forma o de función, como por ejemplo cifosis (la columna dorsal está flexionada hacia delante) o la escoliosis idiopática (desviación de la columna vertebral que puede evolucionar con el crecimiento).

Estos problemas pueden no ser graves en la vida cotidiana, pero al hacer deporte pueden empeorar o incrementar el riesgo de lesiones.

Finalmente, habremos de tener en cuenta la existencia de otros trastornos de salud de índole digestiva, sensorial o nerviosa (hernias abdominales, deficiencias visuales o auditivas…).

Gracias a estos reconocimientos médicos podremos conocer mejor los riesgos individuales y adaptar el ejercicio físico al usuario que tenemos delante. Eso sí, es conveniente hacer controles cada cierto tiempo para, en caso necesario, introducir modificaciones en sus rutinas deportivas (intensidad, frecuencia de entrenamiento, duración de las sesiones, tipo de ejercicios…) o en sus recomendaciones de salud. 


* Dr. José María Torregrosa
Médico especialista en Medicina de Educación Física y Deporte.

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