Os escribo a toda prisa porque la agenda de trabajo de nuestro equipo está, si eso es posible, más sobrecargada que nunca. A pesar de ello, llevo dándole vueltas durante algún tiempo a un tema que me gustaría contaros sin más demora, ya que creo que se trata de algo que os preocupa bastante.
Tanto en consulta como en las dudas que nos planteáis en este blog, he observado que la mayoría de los usuarios que han de someterse a una cirugía para implantar una prótesis de cadera tiene verdadero pánico a pasar por el quirófano no tanto por la finalidad de la intervención, que es recambiar una cadera gastada y dolorosa por otra metálica, sino por el posoperatorio y la recuperación, unos procesos que todavía percibís como largos, complicados y muy dolorosos cuando en realidad, y desde hace varios años, no tiene por qué ser así.