Estos meses han sido ricos en cursos de cirugía conservadora de cadera, en diversas ciudades del panorama nacional. Primero en Barcelona, donde acudí para impartir una serie de charlas acerca de la reparación artroscópica del labrum; una estructura que durante los primeros años de evolución de la artroscopia de cadera se desestimaba hasta el punto de que lo sacrificábamos ante cualquier desperfecto que presentara.
Recuerdo
que hace tan solo unos cinco o seis años, el tema principal que discutíamos en la ISHA (International Sociecity of Hip Arthroscopy)
era, precisamente, si resecarlo o repararlo. Después de estudios anatómicos y biomecánicos, se demostró
que el labrum tenía una importancia fundamental en el funcionamiento y
supervivencia de la cadera.
El
labrum es una estructura de calidad parecida al cartílago del menisco de la rodilla. Forma un reborde a modo de lengüeta
circunferencial en el borde del acetábulo (cavidad en el hueso pélvico concebida para
alojar y articular la cabeza del fémur). Este reborde
ejerce un efecto de sellado de la articulación manteniendo su
estabilidad y correcta lubricación estanca.
Actualmente no solo lo reparamos sino
que, en casos de importante deterioro, diseñamos un labrum nuevo con parte del
tendón de la fascia lata, la primera técnica que aprendí
en EEUU con Mark Philippon. Es más, también
hemos desarrollado otro procedimiento para obtener un nuevo labrum a partir de
tendones isquiotibiales extraídos de la rodilla;
de la misma manera que hacemos para reparar la falta de ligamento
cruzado anterior.