Dr. Villamor y Dr. Marco, catedrático Traumatología de la UCM. |
La semana pasada participé en el XVIII simposio nacional de la Fraternidad Muprespa, que tenía como tema central la Actualización en el manejo de lesiones de hombro en el ámbito laboral, el que nos propusieron el compartir la experiencia de nuestro equipo en el
tratamiento quirúrgico de las fracturas de clavícula. El motivo por el que me
plantearon la participación en esta cita científica es la gran experiencia acumulada
en este procedimiento. Somos uno de los equipos que más intervenciones quirúrgicas para reparar fracturas de clavícula lleva a cabo al cabo del año y eso en sí mismo ya es un hecho singular.
En realidad, la fractura de clavícula no es muy frecuente,
pues supone el 4% de las fracturas del esqueleto humano. Sin embargo, esta
tendencia no es la misma en la actividad cotidiana en iQtra, ya que tenemos una
gran afluencia de deportistas que practican disciplinas en las que sus clavículas
se rompen con más asiduidad que entre la población general (pilotos de
motociclismo, jinetes, toreros, ciclistas…).
Desde hace años, la
clavícula ha sido considerada un hueso de fácil tratamiento ya que, teóricamente,
tiene un gran potencial de consolidación. Por este motivo, la inmovilización
con cabestrillo o con el clásico 'vendaje en ocho' puede encontrarse incluso en
pinturas egipcias que datan del año 3000 antes de Cristo. También hay vestigios
en los escritos de Hipócrates; del 400 a.C. En ellos, el denominado padre de la
Medicina analiza y compara los resultados tras fracturas de clavícula tratadas
con cabestrillo o los citados vendajes en ocho.
En anteriores mesas de debate a las que he tenido la suerte
de asistir, bien como oyente, bien como participante, siempre había asumido que
el tratamiento conservador de la fractura de clavícula mediante inmovilización
era, por regla general, una opción óptima y mucho menos agresiva que el
abordaje quirúrgico.
Sin embargo, en iQtra nos veíamos empujados a recurrir a la
cirugía porque buena parte de nuestros pacientes dedicados a ciertas
profesiones o deportes de competición requieren una reincorporación a su
actividad cotidiana al día siguiente de la intervención.
Cuando acudí a la literatura científica para documentarme
para esta reunión busqué respuestas a la pregunta que nos propusieron como título
de nuestra charla: Fractura de clavícula, ¿la cirugía está más indicada de lo
que la hacemos?
Y encontré con los siguientes datos...
En distintos metaanálisis
que extraen conclusiones tras analizar en conjunto las experiencias (algún
trabajo valora en tratamiento de casi 1.000 pacientes) y estudios de diferentes
grupos y países, se concluye que parecen dar mejores resultados los
tratamientos quirúrgicos que los conservadores o no quirúrgicos. Es llamativo que
las cifras se hayan dado la vuelta a favor de la reparación quirúrgica a mediados
de los años noventa, que es cuando el tratamiento quirúrgico se empezaba a
manejar con más recursos, precisión y mayor
experiencia de los cirujanos que se habían aventurado unos decenios antes a
iniciarse en la practica de la osteosíntesis.
En estas investigaciones se habla de una frecuencia de fallo
en la consolidación de la fractura de un 11,4 % en pacientes tratados con
inmovilización frente al 2,4 % de fracasos en los participantes operados. Incluso
algún trabajo realizado en usuarios y clínicas de ámbito laboral demostraba una
reincorporación al trabajo más temprana en pacientes operados frente a los que simplemente
habían sido inmovilizados.
El repaso histórico y bibliográfico que hemos realizado para
analizar y defender las distintas opciones de tratamiento de la fractura de clavícula
nos ha demostrado que según se ha evolucionado en los recursos tecnológicos y en
la experiencia de los especialistas, los resultados quirúrgicos han mejorado hasta
el punto de compensar los posibles riesgos o complicaciones de la cirugía, que
de igual manera se van haciendo cada vez menos frecuentes y de menor importancia
clínica.
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