Hola a todos.
La semana pasada tuve que viajar a Los Ángeles para asistir a una serie de artroscopias de cadera y de allí me desplacé a San Francisco para acudir al Congreso Anual de la Academia Americana de mi especialidad. Es decir, que he tenido unos días de actividad muy intensa, mucho ‘jet lag’ y, sobre todo, de muchas horas de ordenador a bordo del avión, en las salas de conferencias, en la habitación del hotel…
Y ha sido precisamente a raíz de todas esas horas frente a la pantalla cuando me he acordado de una consulta que me hicieron recientemente para un artículo muy oportuno publicado en Cinco Días acerca de de la gran cantidad de dolencias traumatológicas que nos han traído (a veces incluso rescatadas del baúl de los recuerdos) las nuevas tecnologías.
Entonces y ahora se me viene a la cabeza una anécdota curiosa sobre la experiencia que viví a principios de los noventa, cuando me encontré operando síndromes de túnel carpiano en pacientes jóvenes con una frecuencia disparatada cuando, en realidad, esta dolencia era más propia de pacientes mayores; sobre todo mujeres que sufrían cambios hormonales derivados de la menopausia.
Pasado un tiempo, constatamos que esta ‘sorpresa’ se debía a la irrupción en nuestras vidas del ratón informático. La posición de la muñeca forzada a la extensión durante tiempos prolongados había ‘adelantado’ considerablemente la edad a la que comenzaban a surgir el síndrome del túnel carpiano.
Este problema se debe a un estrechamiento del ya de por sí angosto pasadizo por el que ha de transcurrir el nervio mediano al atravesar la muñeca. Este nervio es el que transmite al cerebro la sensibilidad palmar de los dedos pulgar, índice, corazón y la cara del anular colindante a este último. También transmite las órdenes del cerebro a los músculos del pulgar que se encuentran en la palma de la mano.
De esta forma, el paciente que sufre un atrapamiento de este nervio suele quejarse de acorchamiento de estas zonas de la palma de la mano (a veces es tan molesto que le lleva a despertarse en plena noche), de los dedos e, incluso, de falta de fuerza o habilidad a la hora de hacer la pinza con el pulgar.
Mejor ergonomía, mejores cirugías
El resurgimiento de patologías como ésta obligó a los especialistas en ergonomía a mejorar el diseño de los dispositivos informáticos, empezando por el ratón, que comenzaron a fabricarse más planos (para no elevar tanto la muñeca) y más ajustados al tamaño de la palma de la mano.
Además, he de confesar que nosotros también tuvimos la ocasión de mejorar nuestra técnica quirúrgica y, desde entonces, operamos los túneles carpianos con una simple inyección de anestesia local en la muñeca, una incisión de apenas un centímetro y en veinte minutos el paciente se está marchando a casa para retomar su actividad diaria en dos o tres días después de retirar el vendaje posoperatorio.
Aún hay más
No obstante, y a pesar de que el ‘renacer’ de esta patología es una de las curiosidades más llamativas derivadas del uso del ordenador, tenemos pendiente hablar de las sobrecargas de las cervicales causadas por los portátiles, que suelen obligarnos a trabajar con la cabeza muy baja; una circunstancia que se agrava cuando se trabaja con tabletas directamente sobre la mesa.
También quiero hacer mención en adelante a otro problema que vemos con cada vez más frecuencia, que es la artrosis de las costureras, rebautizado como dedo de Blackberry porque ya no se debe a la aguja y al dedal, sino al teclado de los smatphones.
Finalmente, y más allá de la curiosidad de cómo la modernidad ‘resucita’ dolencias antiguas o nos trae algunas nuevas, hay que tener en cuenta que estos dispositivos llegaron para quedarse y formar parte de nuestra vida cotidiana, ya sea para trabajar, para estudiar, para consultar y, como no, para divertirse.
Por este motivo hay que esmerarse en medidas preventivas que nos permitan usar todos estos ‘cacharros’ sacándoles el máximo partido posible sin dañar nuestra salud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario