viernes, 30 de abril de 2010

El torero aúna tradición y preparación profesional

Ha sido una de las noticias más importantes de la semana. Primero por lo dramático de la aparatosa cornada y, segundo, por la rápida recuperación del torero. Como sabréis, me estoy refiriendo a la cogida que sufrió José Tomás la madrugada del pasado sábado en Aguascalientes (México).

El asta de ‘Navegante’, que así se llamaba el toro, le entró por la cara anterior de la parte superior del muslo y le llevó por delante los vasos femorales, así como la vena safena y la iliaca. Es decir, le dañó gravemente los principales canales por los que discurre la sangre de nuestro cuerpo.

A estas graves lesiones vasculares se unen las musculares, ya que aunque parece que no quedaron seccionadas fibras importantes, es fácil imaginarse la escabechina que causa el pitón de un toro de más de 500 kilos entrando con toda su fuerza por el muslo de un hombre de complexión media.

Hace unos años, esta cornada hubiera supuesto una muerte prácticamente segura. Sin embargo, gracias a las mejoras que se han producido en los quirófanos de las plazas de toros de todo el mundo estas cosas, afortunadamente, ya no suelen pasar.

  Además, y desde esta plataforma, me gustaría destacar la pericia y la coordinación de los miembros del equipo de profesionales que atendió al matador de Galapagar. Por muchos y modernos dispositivos de los que se disponga, una situación de este tipo es límite y hay que actuar con serenidad, y de manera ágil y certera.

Hay que tomar decisiones vitales en fracciones de segundo y en ese sentido, los cirujanos que estabilizaron al torero para poder trasladarlo posteriormente a un hospital mejor dotado se merecen todo tipo de halagos.

Una pasta especial

He de reconocer que hasta que, hace unos años, el matador Matías Tejela pisó la consulta de iQtra para que le tratase una fractura en la muñeca que se preveía le iba a tener parado tres interminables meses, yo no entendía prácticamente de toros.
Sin embargo, tal y como suelo reseñar en las entrevistas que me hacen al respecto, a raíz de conocer a muchos de ellos (el boca a boca ha hecho que pasen por nuestra clínica muchas figuras del mundo del toro) he podido comprobar que eso que dicen de que los toreros están hechos de una pasta especial es absolutamente cierto.

Los toreros, en mayor medida incluso que los deportistas profesionales, tienen una enorme capacidad de sufrimiento. Es como si tuvieran perfectamente asumido que en mayor o menor medida, les va a tocar pasarlo mal. 
 
Esta característica, que a muchos les puede parecer incompresible, hace que se conviertan en unos pacientes idóneos para las técnicas de recuperación precoz que aplicamos en iQtra. Esa capacidad para aguantar el dolor, sacrificarse físicamente hasta extremos realmente asombrosos hace que estén listos para salir al ruedo en un tiempo récord.

Eso y que, además, los toreros tienen una enorme responsabilidad con respecto a la cuadrilla que depende de ellos. En un deporte de equipo, una baja puede suplirse o no notarse demasiado. En las actividades individuales, una lesión o una fuerte cornada pueden poner fin a una temporada y, en el peor de los casos, a toda una carrera y eso es algo que los diestros saben muy bien que no se pueden permitir salvo casos extremos.

No me gustaría pasar por alto los grandes avances que han incorporado a su preparación física. Como dije recientemente en una entrevista que concedí a ELMUNDO.es, ha pasado a la historia el mito ése de que los toreros no se cuidan o no entrenan. 

Actualmente, están al mismo nivel que la mayoría de los deportistas profesionales, cuentan con entrenadores personales, fisioterapeutas, nutricionistas… para mejorar sus cualidades físicas a la hora de enfrentarse a los astados.

Preparación de alto nivel

De hecho, hacen uso de algunos recursos que hasta hace poco eran impensables en un mundo tan marcado por la tradición. Nosotros hemos diseñado férulas específicas para evitar una lesión muy frecuente entre los diestros cuando entran a matar. El dedo pulgar se engancha en el travesero de la espada y se queda atrás, provocando una fractura.

Pues bien, gracias a esta manopla de carbono, que se ajusta con velcros, la faena puede rematarse sin peligro y sin restar espectáculo.

Hace años, en mi ingenuidad, también propuse otro dispositivo para evitar cornadas como las que ha sufrido José Tomás. Se trataría de una pieza de kevlar (un material que está en los monos y en los guantes de los pilotos) para proteger la zona inguinal.

Esta área, denominada triángulo de Scarpa, por la que pasan grandes vasos sanguíneos, está muy al descubierto en el ser humano y en los toreros es origen de frecuentes disgustos. Sin embargo, pronto comprendí que el purismo y la tradición pesaban mucho más que todos esos adelantos que, en opinión de la mayoría, desvirtúan el combate entre el toro y el torero.

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