miércoles, 7 de abril de 2010

Cuándo implantar una prótesis; sin prisa pero sin pausa

Tanto en la consulta como en las preguntas que leo en este blog, se repiten las dudas acerca de someterse o no a una intervención quirúrgica y se manifiestan los miedos, comprensibles por otra parte, a pasar por el quirófano por una patología traumatológica.

En iQtra somos absolutamente partidarios de desarrollar todo el potencial de nuestro equipo de profesionales hacia la prevención. Así, determinados ejercicios, la corrección postural, pequeñas intervenciones correctoras… todo va en encaminado a evitar males mayores y, si es posible, a esquivar la cirugía.

No obstante, aunque esta opción sea la última que barajamos y reservamos para cuando no existe otra alternativa mejor, he de decir que retrasar demasiado y sin motivos una determinada intervención repercute negativamente tanto en la salud como en la calidad de vida del paciente.

En los últimos tiempos, las técnicas mínimamente invasivas, de las que somos firmes defensores en iQtra y que llevamos aplicando con éxito desde hace años, han hecho posible reducir la agresión quirúrgica al máximo, de manera que ni la propia intervención ni la recuperación posterior o la rehabilitación necesaria para completar el tratamiento se pueden comparar con las cirugías abiertas de antaño.

Revolución en los materiales 
Asimismo, he de romper una lanza en favor de los ingenieros especializados en este área, con los que colaboramos habitualmente, dedicados a diseñar dispositivos y material quirúrgico, así como prótesis que hacen el trago de pasar por la mesa de operaciones mucho más llevadero.

En este sentido, el salto ha sido doble. Por un lado, tanto el diseño como los materiales son cada vez más fieles a la hora de reproducir el funcionamiento del tejido original. De esta manera, se ha logrado reducir al máximo el nivel de fricción entre los componentes y la articulación resultante hace el juego de manera casi tan suave y natural como los huesos protegidos por su almohadilla de cartílago.
Este factor no solo procura la funcionalidad articular y el movimiento general del paciente sino que, además, evita posibles desplazamientos de la prótesis, luxaciones de la articulación (la prótesis se sale de su sitio) y frena el deterioro de la misma debido al uso. De esta manera cada vez es más longeva.

Revolución en las formas 

Por otro lado, las denominadas prótesis de recubrimiento han supuesto una mejora insospechada. Una prótesis está formada por varias piezas que encajan entre sí para reproducir el movimiento de la articulación original pero, además, algunas de estas piezas sirven para anclar este dispositivo al hueso del paciente.

No obstante, la vida de estos dispositivos no es eterna. Cada cierto tiempo (entre los 8 y los 12 años) se requiere una reintervención para insertar un recambio. Al retirar la prótesis antigua, inevitablemente se produce en daño óseo que reduce la superficie de fijación disponible para implantar la prótesis nueva.
Esto supone un inconveniente en pacientes jóvenes, que se verán obligados a recambiar sus prótesis dos o incluso tres veces a lo largo de su vida.

Sin embargo, con las prótesis de recubrimiento ha sido posible llevar a cabo, por ejemplo, lo que los especialistas denominamos 'resurfacing’ de cadera, que no es más que llevar a cabo la implantación de piezas mucho más pequeñas que no requieren serrar la cabeza del fémur, como las tradicionales, y que una vez deterioradas no suponen una agresión ósea tan grande como antes.
Esto, unido a que la prótesis de recubrimiento es más funcional (de manera que la sensación de dominio o conciencia articular es mayor) las hace mucho más adecuadas para este tipo de usuarios, sobre todo si llevan una vida muy activa o practican deportes a un cierto nivel.

Nunca es demasiado tarde 

¿Y qué hay de los usuarios que por su edad avanzada temen operarse o a los que se les aconseja que aguanten las molestias porque son mayores para pasar por el quirófano?

Nada más lejos de la realidad. Actualmente, el número de velas que se han soplado en la última tarta de cumpleaños no debe suponer un obstáculo a la hora de reparar una articulación que está dañada y está impidiendo a su dueño llevar una vida activa y normal.

Hoy en día, la esperanza de vida se ha prolongado considerablemente y la denominada etapa dorada se ha llenado de tareas, ejercicio y ocio activo. Los grandes dolores o las dificultades de movilidad que ocasiona una rodilla, una cadera o un hombro que no es funcional al estar atenazado por la artrosis pueden amargar este tramo vital y en iQtra estamos firmemente convencidos de que este planteamiento derrotista supone un error. 

Especialmente cuando existe la posibilidad de llevar a cabo la cirugía protésica con anestesia epidural y mediante técnicas mínimamente invasivas que permiten levantan al paciente a las pocas horas de la operación y darle el alta hospitalaria en tres o cuatro días, en los que también se inician los protocolos de fisioterapia y recuperación para que se marche a casa con autonomía suficiente.
Esta etapa es susceptible de disfrutarse más que nunca y, afortunadamente, estos y otros muchos avances ofrecen una solución satisfactoria para los que cumplen años, pero pueden seguir disfrutando de la vida con salud.

1 comentario:

  1. Yo fui operada por el equipo del doctor Villamor, el logro salvar mi vida con una intervención muy complicada, hoy después de Díez años volvere a su consulta pues los dolores vuelven a mí columna

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