domingo, 10 de junio de 2012

Formación continuada; aprendiendo lo que no está en los libros

Hola a todos.

Acabo de volver de un viaje fuera de España, esta vez a París, de los que alguna vez he comentado que me propongo hacer varias veces al año con motivo de llevar a cabo una buena formación continuada. Normalmente, se trata de viajes con sentido práctico y están fuera de los congresos oficiales, a los que de todas formas sigo asistiendo con toda la regularidad que puedo y considero.

Desde mis primeros años como residente junto a mi maestro, el profesor Vilarrubias, he tenido la certeza de que en una mañana junto a los grandes aprendía mucho más que en un día de congreso. Fue entonces cuando decidí que mis desplazamientos de formación no debían limitarse a los seminarios y citas de contenido teórico, sino que debía esforzarme en la labor de localizar cirujanos brillantes a los que poder visitar para que me enseñaran acerca de lo que eran expertos y así aprender lo que no está en los libros.


Creo que, sin restarle el valor que indudablemente tienen las publicaciones científicas, la literatura médica y los protocolos 'oficiales', hay que sacar más partido del aprendizaje práctico. Los años de profesión me han ido demostrando cómo ello es lo que da al artesano una experiencia insustituible, una intuición más fina y unas herramientas muy valiosas para pulir la técnica y las maneras de proceder.

En mis horas de aprendizaje junto a Vilarrubias pude sentir esto que os comento reflejado muchas veces. Las técnicas, los recursos... a veces de manera más sutil y otras más evidente le diferenciaban en muchas ocasiones de la norma establecida con unos resultados mejores.

Las quince horas que me paso actualmente trabajando en iQtra me han hecho recordar y entender incluso mejor que entonces todo esto. He tenido la inmensa suerte de trabajar mucho y con muchos pacientes. Este factor, unido indudablemente al boca a boca y al hecho de que tratamos a pacientes cuya labor tiene proyección pública, ha contribuido a que acudan a nuestra consulta casos cada vez más complejos.

La suerte de atender casos únicos

A lo largo de los años hemos atendido a pacientes con dolencias, trastornos y patologías muy específicas y muy especiales (a veces no tanto por su complejidad como por su poca frecuencia), en los que hemos tenido que modificar una y mil veces las teorías que habíamos estudiado en los libros y manuales para adaptarlas a cada circunstancia particular.

Esa experiencia práctica se ha ido acumulando y a su vez nos ha servido para ofrecer respuestas a los pacientes sucesivos con casos difíciles; algo que verdaderamente no tiene precio. Estos casos especialmente complicados nos quitan el sueño muy a menudo porque aspiramos a lograr los mismos resultados que con los más cotidianos y habituales y lamentablemente esto no es posible siempre.

No obstante, y debido a la gran cantidad de respuestas satisfactorias que hemos logrado con casi todos ellos, en iQtra también hemos aprendido a desterrar frases como 'no hay nada que hacer', algo que lamentablemente muchos pacientes tienen que escuchar a lo largo de su sufrimiento. Aún en lo peor siempre hay algo que se pueda hacer, si no para curar, al menos para mejorar la calidad de vida, paliar el dolor, aliviar la incapacidad...

En nuestra consulta escuchamos frecuentemente cómo los pacientes bromean diciendo que 'parece Lourdes' por la cantidad de casos que llegan a nosotros después de haber sido dados por perdidos.

En este sentido, no quiero olvidarme de decir que si estos casos complicados se benefician de lo que los especialistas hemos ido aprendiendo, ellos también nos ayudan a nosotros precisamente a seguir haciéndolo. Además, llegado a este punto hemos notado que solemos tener ante nosotros a un paciente lo suficientemente preparado y maduro como para consensuar y decidir todas las actuaciones que podemos poner en marcha para tratar de alcanzar su curación.

Quizá esta reflexión no sea más que un consuelo que intenta justificar la gran cantidad de horas que todo el equipo de iQtra entrega a sus pacientes y a la importancia que le concedemos a la formación, pero la verdad es que de lo que sí estoy seguro es de que se trata de un ejercicio muy gratificante porque toda esta entrega se ve reflejada en nuestros resultados y conocimientos, así como, y esto es lo más importante, en el agradecimiento de nuestros pacientes.

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