martes, 15 de febrero de 2011

Hasta siempre, Fonsi

La semana pasada tuve el privilegio de acompañar a Fonsi Nieto en la rueda de prensa que convocó para anunciar su retirada de las motos. Y digo que fue todo un privilegio porque ese acontecimiento me hizo sentir el reconocimiento que el piloto me tiene en calidad de amigo.


Este piloto que a tantos aficionados al motociclismo, entre los que me cuento, ha hecho vibrar se 'cruzó en mi camino' como paciente. Por aquel entonces corría en minimotos y se había fracturado una muñeca. Tendría unos 14 años. Desde aquel momento, y como podréis imaginar, he tenido que tratarle de otro montón de lesiones y traumatismos.


Sin embargo, recuerdo con especial viveza, y no por el reto médico que supuso, sino por la pasión con la que la vivió Fonsi y que supo transmitirnos a todos los que estábamos a su alrededor, una doble fractura de tobillos que sufrió en el año 2001 en Assen.

Le operamos en iQtra y gracias a un programa de recuperación avanzada logramos que estuviera listo para correr a los cuatro días en el circuito de Donington Park. Le teníamos que llevar hasta la moto a la 'sillita de la reina' o con muletas y le habíamos advertido que si en los entrenamientos se caía debía de salir del circuito gateando sobre al asfalto teniendo cuidado de no apoyar en él nada más que las manos y las rodillas.

El día de la carrera quedó sexto, pero estábamos todos tan exultantes que parecía que había ganado. Recuerdo que su tío, Ángel Nieto, me dijo eufórico al terminar la carrera: “Angelito, le tenías que haber puesto dos placas más y seguro que hubiera hecho podio”. Fonsi ya llevaba cuatro placas y había sido operado cuatro días antes. Todo un logro.

Sin embargo, el podio no se hizo esperar. Ese mismo año hizo aquella virguería que sin duda los aficionados recordarán en una caída en mojado en Portugal. Fonsi se cayó pero no soltó el manillar. Logró controlar la moto y levantarla de nuevo hasta finalizar la carrera. Esa vez sí subió al cajón.


Independientemente de sus victorias, de su palmarés, siempre he admirado de Fonsi que es un deportista que siempre nos ha demostrado coraje en sus incidentes, en sus lesiones,en sus acrobacias y en sus estrategias en la competición.

Haciendo gala de ese mismo coraje se ha despedido. Cuando todavía tenía ofertas y oportunidades para seguir encima de la moto ha echado mano de madurez y cabeza fría y lo ha dejado a tiempo, cuando todavía no se ha desencantado de su pasión y, lo que es más importante, cuando su pasión no le ha abandonado a él.





Es quizá esta última lesión, sufrida en Estados Unidos, concretamente en Indianápolis, y donde estuvo a punto de perder la vida como consecuencia de un incidente en el posoperatorio, lo que le ha dado ese punto de madurez del que hablo y que le ha otorgado la valentía suficiente para acometer estos momentos difíciles que todos en algún momento de la vida tenemos que enfrentar. Ahí también estuvimos para ayudarle.
Hace unos años, Alex Crivillé también me pidió que formara parte de la rueda de prensa en la que anunció su despedida de los circuitos. También entonces contemplé la pena contenida de un joven apasionado por lo que ha supuesto su vida casi en exclusividad y ahí también lloré.

Seguramente sean jóvenes que han vivido a gran velocidad no sólo en los circuitos, sino en su infancia, adolescencia y juventud en pos de un lugar en la gloria deportiva, casi siempre tan efímera.

Esa velocidad incrementa las dificultades para asumir las interfases vitales. Esa velocidad, unida a la entrega y dedicación, apenas deja hueco para la reflexión y la observación de cómo pasa el tiempo.

Siempre ocurre lo mismo. Cuando conoces de cerca a un gladiador, te asombra todo lo que ha de guardarse o de callar para entregarse al combate, y por ello no quería quedarme con la frustración de expresar mi llanto de emoción al reconocer el sacrificio de estos deportistas de élite que nunca dejarán de ser nuestros ídolos.

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